Y esta nota es para mí especial, porque refleja un poco la maravilla de este proyecto llamado "El arte de los Confines"; un proyecto que amo y que me llena de alegría. Un proyecto que me permitió conocer más de cerca a una persona tan talentosa y agradecida como es Liliana, y poder acompañarla de algún modo en este nuevo libro de la Saga que esperamos tanto todos...
Por eso hoy quiero agradecerle especialmente a ella por sus palabras, y a ustedes que del otro lado nos acompañan y enriquecen con su comentarios y su cariño.
Un abrazo grande a todos.
Gonzalo Kenny
La nota original en este link.
"La poesía es una de las máximas alturas a las que podemos acceder"
Por Irupé Tentorio
Referente indiscutida de la literatura de fantasía a nivel mundial, la autora mendocina regresó con su último libro, Oficio de búhos, a la difundida Saga de los confines que le valiera gran prestigio y popularidad. Una charla en donde cuenta su relación con la literatura, la lectura y explica los motivos de su retorno a la tierra de la magia.
Durante 2004, cuando publicó, Los días del fuego, Liliana Bodoc aseguró que ese sería el último tomo de La saga de los confines. Pero el azar, y las buenas lenguas la llevaron a conocer a Gonzalo Kenny, un joven dibujante que a través de su arte, logró hacer visibles a los protagonistas de la saga. "Fue maravilloso conocerlo, no solamente porque a partir de allí me dieron ganas de regresar a la saga, sino también porque cuando vi a Kupuka en los dibujos de Gonzalo, era absolutamente igual a como lo había imaginado", cuenta la autora.
Para esta escritora mendocina, que ya hace unos cuantos años está
instalada en un pequeño pueblo en San Luis, su reciente libro Oficio de
búhos, llevó un trabajo de dos años. Es que para reencontrarse con
aquellas voces tuvo que volver a leer toda la saga y también, al igual
que en el principio, llevar a cabo diferentes investigaciones
antropológicas.
El resultado fue un gran libro de cuentos en el que, además de
recuperar su marca registrada con reminiscencias de las mitologías
americanas, también se hace presente la galería de personajes
inolvidables tales como Drimus, el Doctrinador, mago que sirve a
Misáianes y que enfrenta con sus poderes malignos a los Brujos de la
Tierra; la vieja Kush; Dulkancellin, un guerrero soberbio que se ha
ganado el odio de muchos lectores; el jorobado Molitzmós. Y a Kupuka, el
anciano poderoso y excéntrico que puede amar sin límites. Todos
plasmados en este último libro en los dibujos de Gonzalo Kenny.
En Oficio de búhos que, lejos de atar cabos o cerrar puertas, abre
otros tantos, hacia el pasado y hacia el futuro, algunos cuentos pueden
leerse de forma independiente, sin que la lectura previa de la saga
resulte obligatoria. “El mejor nadador, el último Ariki” es una historia
sobre los lulus, pero sin embargo es una reescritura de una leyenda de
la Isla de Pascua, así como “La eternidad de una flecha” es una
relectura del mito de Orfeo y Perséfone. El resto de los relatos son
continuaciones y derivaciones de la saga, y se centran casi
exclusivamente en la posguerra del reino de los Señores del Sol –en sus
intrigas políticas y su constantes conflictos– y en las tensiones hacia
dentro de la Resistencia en las Tierras Antiguas. Ambos escenarios
habían quedado un poco desbalanceados en la saga original y sobre ellos,
definitivamente, había más para decir.
Este último tomo de la saga, empieza como termina, como una suerte
de historia infinita. Los cuestionamientos quedan abiertos y es así como
la saga sigue perteneciendo a un mundo donde es imposible poner punto
final, donde lo concreto es casi imposible.
–Cuando publicaste Los días del fuego, anunciaste que sería
el último libro de la saga. ¿Qué te hizo volver a la carga con Oficio
de búhos?
–Debió ser, ante todo, mi enorme capacidad para contradecirme. Es
bien cierta tu afirmación: dije muchas veces, para todo el que quisiera
escuchar, que la saga se terminaba con Los días del fuego. Pasaron diez
años, y quise volver a ese lugar. Hoy creo que, en buena medida,
influyeron los dibujos que hizo, sobre el imaginario de La saga de los
confines, Gonzalo Kenny. Yo vi el rostro de Kupuka, vi las arrugas de
Vieja Kush y algo renació; algo que vino desde adentro y desde lejos.
Las ilustraciones de Gonzalo revivieron el entusiasmo que sentí el
primer día que me senté ante el teclado para escribir la saga. Me
contradije, es cierto. Pero al fin, las contradicciones son un ejercicio
de la honestidad.
–¿Te resultó engorroso volver después de tanto tiempo?
–Fue un trabajo difícil. Estuve dos años escribiéndola y además
tuve que volver a leer toda la saga, y leerse no es algo que nos resulte
placentero a los escritores. Pero además trabajé bastante en que este
último tomo pudiera leerse independientemente de los anteriores.
–¿Qué pretendés con esta saga?
–Tengo que pensar varias veces esta pregunta porque no hay una
respuesta que me surja con facilidad. Cada vez que escribo, (y esto
incluye la saga) pretendo hacer lo mejor posible con el tiempo que me
fue asignado para vivir. Escribir es, posiblemente, lo que mejor sé
hacer. Es, con seguridad, lo que me hace más feliz. Pretendí con la saga
lo mismo que pretendo con cada uno de mis textos, transmitir y
participar de la mejor manera posible. Si lo pienso desde un punto de
vista más específico, podría decirte que estuvo la intención de hablar
de la conquista de América, y por extensión de todas las conquistas, en
clave fantástica. Me gustó la tarea de mestizar dos cosas que pueden
parecer lejanas entre sí: el compromiso ideológico y la magia.
–¿Cómo fue tu rutina mientras te dedicaste a escribirlo?
–Escribir Oficio de búhos fue un trabajo largo, dos años más o
menos. Durante ese tiempo tuve momentos de mayor tranquilidad, de
posibilidad de rutina, y otros momentos de mucho movimiento. Mi ideal
para escribir es la calma, las costumbres cotidianas, los horarios
domésticos. Sin embargo, no siempre es posible sostenerlos, y entonces
nos acostumbramos a escribir en el ómnibus, en los cafés, en los pedazos
de tiempo que nos dejan las otras obligaciones.
–Tu manera de narrar es bastante poética. ¿Cómo te llevás con la poesía? ¿Tenés relación con ella?
–La poesía es mi mayor maestra. No la escribo, no al menos si
hablamos de género estricto, pero confío en ella como en pocas cosas,
confío ciegamente, sé que donde ella está se potencian las palabras y se
potencia el silencio. Es un gran atajo porque se puede decir en cinco
palabras lo que llevaría varias páginas narrativas. Además, dice con una
espesura que ningún otro registro consigue. La poesía es una de las
alturas máximas a las que podemos acceder como especie porque es inútil.
¡Y qué libres somos cuando producimos más allá de lo urgente, de lo
necesario, de lo utilitario! Es como acariciar a alguien que duerme, no
hay interés mensurable.
–¿De dónde viene y hacía dónde se dirige tu pasión por la literatura fantástica?
–Viene de la infancia. Siempre sentí mucho apego a todo lo que
estuviese relacionado con lo mágico, con las explicaciones irracionales,
sin siquiera poder definirlo. Además, es lo que me convencía. Con los
años, comencé a respetar el pensamiento mágico, y a entenderlo como un
modo insustituible para comprendernos y comprender el mundo que
habitamos. ¿Hacia dónde se dirige esta pasión? Creo que mi intención
primera y prioritaria es pensar en el hombre mágico. Entiendo por hombre
mágico aquel que no le teme al paso del tiempo ni a la muerte, el que
es capaz de repartirse, el que necesita muy poco. Es decir, el más
peligroso para el modelo imperante, modelo de individuos sometidos al
miedo, a la posesión ornamental y a la soledad casi absoluta.
–¿Se puede escribir para adolescentes sin dejar la sensación de ser alguien que intenta hablar en su código?
–Recordando el tiempo en que yo lo era, y me gustaba que los
adultos hablaran como adultos y me contaran de ese mundo que me estaba
esperando. No creo que a los pibes les interese el registro de los
escritores “haciendo de adolescentes”. Esa imitación suele ser una
caricatura, un arquetipo, cuando no una verdadera pavada. Los chicos
tienen a sus amigos para insultar palabra por medio, para escribir con
signos aritméticos, para la jerga. No es eso lo que esperan cuando abren
un libro.
–Más allá del tinte de fábrica, ¿sentís que libros como los de Harry Potter acercaron a los adolescentes a la literatura?
–Con seguridad lo hicieron. Hay muchos lectores que inician con
Harry Potter y luego continúan leyendo, creada ya en ellos la necesidad
de la ficción, del encantamiento. Se puede aceptar que hubo, en la
aparición de Harry Potter, un gran aparato de marketing. Pero es igual
de cierto que eso solo no alcanza para explicar el fenómeno.
–¿Les leías cuentos a tus hijos? ¿Y a vos te leían?
–Sí les leía cuentos a mis dos hijos, y a veces se los inventaba.
En cuanto a mí... No me leían, pero, en cambio, me cantaban. Mi papá
sabía hermosas canciones infantiles, “El negrito Betún”, “Clementina”,
“Paco sin fin”, y muchas otras que nos cantaba con frecuencia
–¿Con cuál de todos los personajes de la saga te llevás mejor?
–Kupuka, el más viejo de los Brujos de la Tierra, es uno de los
personajes que más quiero. En realidad, lo siento cercano, y su cercanía
me causa la sensación de estar amparada, protegida.
–¿Te recordás aprendiendo a leer?
–No, no me recuerdo aprendiendo a leer. Pero sí me recuerdo
leyendo. Un invierno, en especial, que tuve que guardar cama durante
muchos días (creo que era una afección bronquial). Leí sin parar, unos
tras otros, los libros de la colección Billiken que una vecina le daba a
mi papá para que me entretuviera. Pensándolo bien, quizás recuerde las
hileras de letras en el cuaderno. Es decir, la escritura, pero no tanto
las primeras lecturas. Tampoco me contaron a qué edad aprendí a leer.
–¿Cómo te llevás, al escribir, con la metáfora?
–Como el colibrí con la levedad, como el pan con la manteca... La
verdad es que la metáfora es un recurso retórico con diversas
modalidades, y siempre muy potente. Con una gran saturación de sentido.
Sin embargo, en la escritura narrativa conviene ser cauteloso en el uso
de recursos retóricos a fin de que la acción “no se empaste”.
–¿En qué ocupás tu tiempo ahora?
–Estoy haciendo los últimos toques a la segunda parte de "Memorias
impuras. Los Huérfanos", que sale en septiembre por Planeta. Quiero
cerrar ese ciclo y ya tengo la idea de una nueva novela que no tiene
nada que ver con lo fantástico ni con las sagas. Tengo ganas de escribir
un tipo de novela que aborde el tema de la ancianidad a través de la
transgresión. Un poco por la idea de que un anciano puede verse hasta
ridículo si se lo relaciona con aspectos que le están vedados. Creo que
con eso me alejo de lo fantástico, a lo que seguramente volveré en otro
momento.
–Por último, ¿qué le preguntarías a Edgar Allan Poe?
–Uy, le preguntaría tantas cosas... Muchas de ellas relacionadas
con su vida, con su dolor psicológico y el modo en que este se trasluce
en su escritura. Me gustaría preguntarle por sus propias lecturas. Por
el opio, por el cuervo, por la matemática, por los gatos, por el
callejón donde murió. «
Una vida de película
La historia de Liliana está cerca de llegar a la pantalla grande.
Todo comenzó cuando en el año 2006, el guionista Diego Ávalos y el
productor Francisco Larralde, ambos egresados de la ENERC, escucharon
decir a Ursula Kroeber Le Guin, escritora estadounidense del género
fantástico, que el futuro de la fantasía épica estaba en manos de
Liliana Bodoc. A partir de allí, ambos se dieron cuenta de que existía
suficiente material para realizar un documental sobre el recorrido de
Liliana por su vida, es decir, regresar a Mendoza y empezar por el
comienzo. Testimoniando, la escritora recorre los momentos de dicho
documental junto a su hija Romina, contándole sus vivencias. Así empezó
el rodaje de Liliana Bodoc, la madre de los confines, en el cual la
escritora visita lugares y personas importantes de su vida, los sitios y
seres que la marcaron por siempre.
"Lo que era para nosotros una premisa se convirtió en realidad,
siendo esta más grande de lo imaginado. Liliana se prestó a la propuesta
y compartió, a modo de diario íntimo, el transcurrir de su existencia
frente a la cámara como pocas veces se ha visto en el género documental.
El resultado es una película sensible e íntima, que habla sobre el
pasado familiar, el rol de la mujer en nuestra sociedad, y muestra el
dolor y la esperanza de una poeta única, capaz de compartir su historia
como pocos se atreven a hacerlo”, señala su director.
La madre de la Saga de los confines cuenta con el apoyo de la
Escuela Nacional de Experimentación Cinematográfica (ENERC), fondos
económicos del gobierno de la provincia de Mendoza, y del departamento
de Luján del Cuyo. Lo que para el equipo era casi un sueño se convirtió
en una realidad plena, porque más allá del deseo propio de rodar su
película y lo que esta acarrea, lograron entrar en el corazón de la
escritora. “Liliana Bodoc no es solamente una de las voces poéticas más
grandes de nuestro idioma, sino que encontramos en ella la síntesis
perfecta entre emoción, verdad, compromiso político y talento natural
que se perfecciona a base de puro trabajo. Conocer a Liliana es conocer a
una de las personas públicas más fascinantes que existen. Este
documental no sólo es un reflejo de su poesía y sus mundos imaginarios,
sino también de su generosa calidad humana”, afirman Ávalos y Larralde.
El equipo está en la etapa final del desarrollo de este documental.
De momento, como primera instancia está previsto su estreno en la ENERC
y en la provincia de Mendoza. Para poder tener un adelanto del film, se
puede visitar YouTube.
ola, mi nombre es felipe, vivo en colombia, estudio literatura y me he embarcado en trabajar la obra de Liliana. Quisiera saber si me puedo poner en contacto con ella, hacerle conocer mi trabajo y tener su aprobación... intercambiar algunas palabras. Es increible este blog, apenas lo conozco. aca dejo mi correo electrónico por cualquier cosa
ResponderBorrarmanudine@gmail.com
Muchas gracias y sigan trabajando as