La muerte de María Elena Walsh me llevó de regreso a unos poemas para niños que escribí y olvidé varias veces. Estos son apenas algunos, dos o tres de los cuales tienen “borgeana inspiración”, con perdón del maestro.
Ocurre que, como María Elena Walsh sostenía en su obra, los temas no tienen edad.
Liliana BodocYo en el espejo
Le pregunté al espejo
si era yo ése que estaba.
Me preguntó el espejo
si era yo ése que estaba.
Con mi mano derecha
toqué su mano izquierda.
Me reí con su risa.
Me miró con mis ojos.
Quise entrar y no pude.
Pero cuando me fui
se quedó solo.Yo en el laberinto
Como la vida, el laberinto
se envuelve sobre un eje misterioso.
Termina donde dobla.
Se quiebra, zigzaguea,
desanda en espiral y avanza en circulo.
Gira sin avisar que la linea se enrieda
en un nudo ovillado que no empieza.
Continúa y se junta en el centro de un lazo que intersecta un camino bifurcado.
Se mete en la madeja de curvas paralelas cortadas por un eje
de trayectoria recta.
Propone cinco ángulos
en diagonal trazados
para encontrar el centro
del paralelogramo.
Parecido a la vida, el laberinto
no esta señalizado.
Por eso es conveniente recordar
que no siempre el atajo es el atajo.
Y caminarlo lento,
sin correr tras la prisa
porque al final de día, comprendemos:
fue mejor el andar que la salida.
Hermosos ambos. Gracias de nuevo, Liliana.
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