TEXTOS, ILUSTRACIONES Y DIBUJOS DE LA SAGA DE LOS CONFINES

El Arte de Los Confines fue un proyecto en conjunto entre la escritora Liliana Bodoc y el ilustrador Gonzalo Kenny para ilustrar el universo creado por ella en su trilogía "La Saga de Los Confines".
En el año 2017 cumplieron su sueño de autoeditar un libro-ábum al que llamaron "VENADO - El Arte de los Confines."
En este blog se encontrarán con los personajes de esta maravillosa obra, conocerán textos inéditos que compartió Liliana y podrán perderse en cada uno de los rincones de Los Confines.

2011-02-17

Poemas para Niños I

La muerte de María Elena Walsh me llevó de regreso a unos poemas para niños que escribí y olvidé varias veces. Estos son apenas algunos, dos o tres de los cuales tienen “borgeana inspiración”, con perdón del maestro.
Ocurre que, como María Elena Walsh sostenía en su obra, los temas no tienen edad.
Liliana Bodoc


Yo en el espejo

        Le pregunté al espejo
        si era yo ése que estaba.
        Me preguntó el espejo
        si era yo ése que estaba.
       
        Con mi mano derecha
        toqué su mano izquierda.
       
        Me reí con su risa.
        Me miró con mis ojos.

        Quise entrar y no pude.
       
        Pero cuando me fui
        se quedó solo.



Yo en el laberinto

        Como la vida, el laberinto
        se envuelve sobre un eje misterioso.
        Termina donde dobla.
        Se quiebra, zigzaguea,
        desanda en espiral y avanza en circulo.
        Gira sin avisar que la linea se enrieda
        en un nudo ovillado que no empieza.
        Continúa y se junta en el centro de un lazo que intersecta un camino bifurcado.
        Se mete en la madeja de curvas paralelas cortadas por un eje
        de trayectoria recta.
        Propone cinco ángulos
        en diagonal trazados
        para encontrar el centro
        del paralelogramo.

        Parecido a la vida, el laberinto
        no esta señalizado.
        Por eso es conveniente recordar
        que no siempre el atajo es el atajo.
        Y caminarlo lento,
        sin correr tras la prisa 
        porque al final de día, comprendemos:
        fue mejor el andar que la salida.

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